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Paseo por Wola

El distrito debe su nombre a la mayor aldea real próxima a Varsovia, Wielka Wola, de la que ya había constancia en el siglo XIII. Sin embargo, su primer gran acto de presencia en la historia de Polonia lo hace solo en 1575, cuando se convierte en el lugar de elección de los reyes del país. En el siglo XIX, coincidiendo con el desarrollo de la línea ferroviaria Varsovia-Viena, Wola se convirtió en un suburbio industrial de la ciudad y en 1916 quedó incorporada al término municipal de Varsovia. Entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial fue lugar de una intensa actividad industrial, con cientos de fábricas y decenas de miles de obreros. Durante la Segunda Guerra Mundial, algunas zonas del barrio formaron parte del gueto judío. Seriamente golpeado durante la primera semana del Alzamiento de Varsovia, el barrio de Wola fue testigo de asesinatos de decenas de miles de sus vecinos en ejecuciones masivas que se sucedieron en pocos días. Terminada la guerra, en los solares antes ocupados por las viviendas destruidas se construyeron bloques de pisos y fábricas. Hoy, el distrito se está reconvirtiendo en un centro de negocios con la mayor concentración de rascacielos de la ciudad. Al visitante le ofrece las huellas de la tradición secular de la zona y los eventos locales que le permiten empaparse del ambiente único que han ido creando sus habitantes.

Polonia es el país en el que se instauró el primer sistema democrático de elección de las autoridades estatales en Europa, con la libre elección de sus reyes. Diez de los doce acontecimientos de este tipo se celebraron precisamente en el barrio de Wola. El lugar exacto se conoce hoy con el nombre de Pola Elekcyjne —Campos Electorales. Allí, un obelisco de cinco metros de altura, Electio Viritim, rematado con una corona y unas placas ubicadas a su alrededor dan cuenta de los monarcas electos en este sitio. De aquellos tiempos se conserva una imagen de Nuestra Señora de la Consolación, conocida como la Virgen de las Elecciones. El cuadro con su imagen se exponía durante las jornadas electorales en una capilla situada en el llamado cobertizo del senador y hoy puede verse en la iglesia de San Estanislao Obispo y Mártir, en la calle Bema 73/75. Los nombres de algunas de las calles de Wola hacen alusión precisamente a las asambleas electorales que se celebraban en el glorioso pasado de este barrio.

Wola fue testigo de uno de los acontecimientos más dramáticos de la Segunda Guerra Mundial. En los primeros días del Alzamiento de Varsovia, decenas de miles de sus habitantes fueron asesinados a manos de soldados de las SS y la policía alemana. Estos trágicos sucesos los conmemora el Monumento a las Víctimas de la Masacre de Wola, en la avenida Solidarności 98. Todos los años, coincidiendo con su aniversario, se organiza una marcha —la Marcha del Recuerdo de las Víctimas Civiles— a la que pueden asistir todos los que así lo deseen. Su recorrido termina en el Cementerio de los Insurgentes de Varsovia, el mayor cementerio de guerra de Polonia. La dramática suerte de la población civil la narra también un enorme mural pintado en la pared de uno de los edificios de la calle Płocka 41, lugar al que fueron conducidos para ser ejecutados los vecinos de la barriada, junto con el personal y los pacientes del hospital cercano,. El detalle de estos y otros acontecimientos lo cuenta el Museo interactivo del Alzamiento de Varsovia, situado en la antigua central eléctrica tranviaria, en el número 79 de la calle Grzybowska.

A partir de 1940, una extensa parte del gueto de Varsovia creado por las autoridades alemanas se encontraba en el barrio de Wola. De esta época datan un fragmento del muro ubicado entre los números 53 y 55 de la calle Siena y los muros de los edificios que durante la guerra estaban situados en la Calle Złota 62 y Waliców 11, delimitando lo que se le vino a llamar como barrio judío cerrado. 

En la calle Chłodna se encuentra una instalación multimedia, la «Pasarela de la memoria», que hace referencia a un pequeño puente de madera que conectaba las dos partes del gueto.

A su vez, en el lugar donde se desenterró la mayor parte del Archivo Ringelblum se ha colocado una obra en forma de cubículo de cristal que recuerda aquellos hechos. El archivo, que comprende una enorme colección de documentos sobre la vida de los judíos en el gueto de Varsovia, fue hallado en el sótano de una escuela situada en el actual número 28 de la calle Nowolipki.

Desde finales del siglo XVIII, Wola vio cómo fue creciendo el número de plantas industriales. Con todo, entre las numerosas destilerías, cervecerías y ladrilleras, la que más fama llegó a alcanzar fue la cervecería «Haberbusch y Schiele», en la calle Grzybowska, que a principios del siglo XX llegó a convertirse en una de las mayores de Europa. Hoy las bodegas revitalizadas de la antigua sala de maduración albergan una cervecería artesanal, la Browar Warszawski, y en el edificio de la sala de cocción se encuentra el famoso restaurante Nine’s, propiedad del futbolista Robert Lewandowski.

A mediados del siglo XIX, con la construcción de la línea ferroviaria Varsovia-Viena, Wola fue cobrando aún más impulso si cabe, apareciendo nuevas plantas al lado de las ya existentes fábricas de alimentos. Entre ellas estaba la empresa de platería, adquirida en 1882 por los famosos industriales Ludwik Norblin y Teodor Werner. El Museo de la Fábrica Norblin que hoy ocupa su lugar es el testimonio de una de las empresas más importantes del Reino de Polonia. Junto con las nuevas fábricas llegaron los obreros, con la consiguiente necesidad de promover nuevas barriadas.

Es así como se construyó la Colonia de Wawelberg, que data de finales del siglo XIX. Fundada por el financiero y filántropo Hipólito Wawelberg, es la urbanización más antigua de Varsovia, que bien merece una visita. De la misma forma es de obligada visita la famosa pastelería «Zagoździński», situada en uno de los edificios, que vende los donuts más deliciosos de la ciudad.

Las numerosas plantas industriales y la proximidad del ferrocarril Varsovia-Viena impulsaron la creación de la segunda central de gas en Varsovia. Inaugurada en la década de 1880, esta central, que producía gas a partir del carbón, supuso para la ciudad un importante salto hacia delante. Con las sucesivas ampliaciones, los años 1920 vieron cómo la planta se convirtió en el único suministrador de gas para Varsovia. En el momento álgido de su historia, en la planta trabajaban más de un millar de trabajadores, y la instalación abastecía de gas a casi 100 mil clientes particulares, empresas e instituciones, así como a 6 mil farolas de la capital. En los años 1930, terminó siendo una de las fábricas de gas de uso urbano más modernas de Europa.

Hoy en día, en el edificio de la antigua sala de máquinas, se encuentra el Museo de la Fábrica de Gas de Varsovia. El museo cuenta entre sus piezas con equipos que históricamente se empleaban en la generación del «gas de alumbrado”, incluido un contador de gas berlinés, el más grande de Europa, fabricado en 1899. Los fondos del museo incluyen, asimismo, farolas de gas o dispositivos domésticos que operaban con gas, como neveras, planchas, rizadores o molinillos de café. Asimismo, hay instalaciones en las que el visitante podrá descubrir los entresijos del proceso de producción de gas de carbón y sus productos derivados.

Justo al lado del centro comercial Wola Park, en la calle Górczewska, está ubicado el parque Park Ulricha. Entre finales de s. XIX y el año 1958 estaba aquí la explotación hortícola de la familia Ulrich de la que hace poco aún quedaban solo vestigios: chimeneas de ladrillo, cimientos de invernaderos y un palacio. Como consecuencia de un proceso de revitalización de la zona, los invernaderos llegaron a reconstruirse para acoger restaurantes, bares y una sala de juegos para niños. La plaza principal del parque es un lugar idóneo de encuentro para los vecinos.

En 1875, en Wola se inauguró una nueva estación de mercancías que pertenecía a la línea ferroviaria Varsovia-Viena. Sus almacenes, situados en el número 1 de la calle Towarowa, se han conservado hasta el día de hoy a pesar de las dos guerras mundiales. En 1945 sus espacios se aprovecharon como salas de espera y de servicio para la recién estrenada estación Stacja Warszawa Główna.

En la actualidad la estación se ha convertido en un museo —Estación Museo— con locomotoras históricas, y en los andenes de esa antigua estación abre el Mercado Nocturno, el mayor mercado streetfood de Polonia. El pasado ferroviario de Wola también queda patente en las características casas de ladrillo de la calle Armatnia, propiedad en otros tiempos de los empleados del Ferrocarril Varsovia-Kalisz.

Un testimonio del pasado multicultural de Varsovia son sus cementerios, situados en el barrio de Wola. Fundado en 1790, el cementerio de Powązki es el camposanto católico más famoso de Varsovia, con su famosa Avenida de Honor en el que yacen muchos polacos ilustres. Justo al lado se encuentra el Cementerio Judío, uno de los mayores del mundo, con magníficos mausoleos, lápidas históricas y tumbas de distinguidos rabinos y tzadikim. El más antiguo de los dos cementerios musulmanes de Varsovia, conocido como el Cementerio del Cáucaso, también se encuentra en las inmediaciones, al igual que dos cementerios protestantes históricos: el cementerio Evangélico de la confesión de Augsburgo (luterano) y el cementerio Evangélico Reformado, donde descansan anglicanos, metodistas, bautistas y adventistas, además de calvinistas. En el segundo de los cementerios musulmanes hay tumbas de los soldados tártaros al servicio de Polonia desde los tiempos de la Primera República hasta la Segunda Guerra Mundial. Al norte del cementerio de Powązki se encuentra el Cementerio Militar donde, entre otros, yacen víctimas de los crímenes comunistas de 1945-1956 y los fallecidos en accidente aéreo de Smolensk.

En la parte occidental del distrito, Ulrychów, se encuentran otros cementerios. El mayor de ellos es el Cementario ortodoxo, creado por orden del zar en 1834, donde junto a los rusos recibieron sepultura georgianos, ucranianos y gitanos.

Al norte se encuentra una de las pocas necrópolis caraítas del mundo.

En dirección oesteestá el Cementerio de los Insurgentes de Varsovia, en el que se depositaron las cenizas de más de 100.000 muertos y asesinados de toda Varsovia, el Cementerio Wolski y, a cierta distancia, el Cementerio Mariavita.

Al desarrollo de las plantas industriales en el siglo XIX lo acompañó el crecimiento de la actividad comercial. En 1867, en el pleno centro de Wola, en un solar donado a la ciudad por Józef Kercele, propietario de una casa de vecindad, se inauguró un mercado que más adelante sería bautizado con el nombre de Kercelak y que contaría con una superficie de hasta 1,5 hectáreas en lo que hoy es el cruce de las calles Leszno, Okopowa y Towarowa. En un primer momento solo se vendían piensos y productos traídos desde las aldeas próximas. Con la recuperación de la independencia por Polonia, Kercelak se convirtió en el mayor mercado de Varsovia con un amplísimo abanico de productos. Arrasado durante el asedio de Varsovia en septiembre de 1939, volvió a su pleno rendimiento ya en octubre de ese mismo año. Durante la ocupación nazi, además de alimentos de contrabando procedentes del campo, también era posible conseguir armas, vodka o documentos falsos. La mayoría de sus 1.500 puestos volvieron a arder durante un ataque aéreo soviético en la noche del 1 al 2 de septiembre de 1942, y a mediados de 1944 los alemanes cerraron el mercado por completo. Su destino quedó sellado en 1947, cuando comenzó la reconstrucción del eje pasante W-Z, que atravesaría el mercado por la mitad. Lo que queda de él es tan solo el nombre de la intersección de la calle Okopowa y la avenida Solidarności, la forma de hablar y la fiesta del barrio de Wola que se celebra en ese mismo lugar todos los años a principios de septiembre. La fiesta es una gran oportunidad para conocer el ambiente de un bazar de preguerra, tratar con los vecinos y escuchar música en directo.

El barrio de Wola, otrora distrito industrial, está cambiando a marchas forzadas. Su parte oriental se está fusionando con el centro de la ciudad, dando forma a una “city” repleta de elegantes rascacielos, de los que los 5 más altos se encuentran en Wola. Fácilmente reconocible la Varso Tower es el edificio más alto de la Unión Europea, que, incluida su aguja, alcanza los 310 metros de altura.

En la rotonda Rondo Daszyńskiego se encuentra la Warsaw Unit, con una fachada conformada de miles de paneles de pequeño tamaño que responden al movimiento del aire, y la Skyliner, con su característico penacho en la parte superior. A unas decenas de metros se alza la segunda torre más alta de Varsovia, el Warsaw Spire ubicada en la concurrida plaza Plac Europejski. Un buen sitio para tomarse un selfie de recuerdo. En su centro se alza un cartel de gran tamaño que dice “Amo Varsovia”. Fíjate también en las paredes de los edificios que rodean la plaza: los enormes murales han sido diseñados por los famosos artistas Rafał Olbiński y François Schuiten.

Para ver cómo ha ido cambiando la tecnología de obra a lo largo de los últimos 20 años, recomendamos buscar en el mapa la Warsaw Trade Tower. Se trata del tercer rascacielos más alto y al mismo tiempo el más antiguo de Varsovia, con una altura de más de 200 metros, construido a finales del siglo XX por el Centro Daewoo de Varsovia.